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"Eran las 10 am del día sábado 16 de marzo, cuando 5 jóvenes se empezaban a adentrar en las profundidades de la selva Amazonas, llenas de entusiasmo por la experiencia que estaban a punto de vivir, pero sin saber lo que les esperaba.
Las 5 chicas, cuyos nombres son Valezka, Kacey, Sarita, Angeline y Sharon, son amigas de toda la vida, les gusta la naturaleza, explorar lugares, hacer caminatas y apreciar la vida silvestre, su amor por la aventura siempre las ha unido. Desde la primera vez que fueron juntas a una caminata por el Parque Nacional Corcovado en Costa Rica, prometieron que alguna vez visitarían juntas el Amazonas, era un sueño que tenían todas y que cumplirían juntas.
Un día antes de partir las chicas hicieron planes para hacer una pijamada y acordar todo para el gran viaje que les esperaba, una de las chicas llevó un juego de mesa muy extraño, se hacía llamar “JUNGLE” y tenía figuras de animales, cada una eligió una y les pareció muy divertido, sin embargo, a Angeline no le parecía divertido, más bien le daba miedo ya que el juego se basaba de aventuras en la selva y curiosamente ellas iban al día siguiente aventurarse en la selva entonces Angeline tenía un mal presentimiento. Cuando las chicas empezaron a jugar se percataron de que había una pieza que no cuadraba correctamente, la cual era de un mono, pero no le dieron el interés necesario y siguieron el jugando. Al ser el turno de Sarita cuando le tocaba tirar el dado, ella debía decir el nombre del juego, ya que iba a ganar si tiraba un 6, cuando Sarita dijo el nombre del juego, empezó a temblar muy fuerte, todas las chicas se asustaron y decidieron ya no jugar más. Al día, siguiente cuando partieron para el aeropuerto, todas se sentían raras, como si no fuera su propia realidad en este mundo, pero aun así continuaron con su rumbo. Al llegar al hotel donde se iban a quedar antes de la expedición, se percataron que el hotel se le llamaba Jungle’s House, se quedaron confundidas por el nombre pero no le dieron tanta importancia y pensaron que era una coincidencia a todo esto que había pasado. Entraron al hotel y los trabajadores les ofrecieron bebidas y aperitivos mientras esperaban a su guía turístico, el cual se llamaba Monkey. El guía las llevó a sus habitaciones horas antes de salir a la expedición para que descansaran y se preparan. A las 10 am en punto, el guía y las chicas estaban listos para entrar en la selva. Sin embargo, a los pocos minutos de empezar el recorrido la alegría que estas chicas sentían sobre sus venas pronto se convirtió en pánico cuando Monkey desapareció
misteriosamente, dejando al grupo desorientado y vulnerable en medio de territorio completamente desconocido por todas, pero esto no sería lo peor que pasaría...
Tras caminar horas y horas y llamar desesperadas a su guía, notaron sonidos extraños y desconocidos, pronto se encontrarían acechadas por una manada de criaturas semejantes a simios, pero con garras afiladas y una agilidad sobrenatural no vista jamás, llamados Simors.
Con el temor en las puntas de los dedos, recorriendo cada rincón de sus cuerpos, las chicas se dieron cuenta de que su única esperanza de supervivencia se basaba en la cooperación y el trabajo en equipo. A pesar de sus diferencias y miedos, se unieron para enfrentar el peligro inminente, se unieron porque sabían que juntas podrían lograrlo e idearon un plan para defenderse de las criaturas. Sarita y Sharon construyeron refugios improvisados mientras que el resto de ellas buscaban recursos para armarse y protegerse. Trabajaron en equipo, compartiendo conocimientos y habilidades para luchar a muerte contra los acechadores.
La noche caía y los Simors se escondían en las sombras, se escuchaban aullidos más parecidos a un grito desolador que un animal cualquiera, timbraban sus oídos, el suelo y el aire se movían al compás por dichos gritos, poco a poco con el vuelo de cientos de aves, el avistamiento de los Simors se volvió palpable, pero las chicas se mantenían unidas, encontrando consuelo y fuerza en la compañía mutua. A través de la colaboración y el apoyo mutuo, lograron repeler los ataques de las criaturas y sobrevivir hasta el amanecer, corrieron por horas, se escondieron de las formas más estratégicas posibles, se defendieron la unas a las otras, con sangre y valor.
Finalmente, cuando el sol se alzó por sus rostros, cuando los pajarillos cantaban y volaban a su alrededor, se dieron cuenta que el peligro había finalizado y con sus ojos llenos de lágrimas, sus rodillas llenas de tierra y sus manos manchadas de sangre, lloraron, lloraron con el corazón el mano, abrazadas y unidas, festejando la vida a más poder, se dieron las gracias entre lágrimas y sollozos, porque sabían que esto fue gracias a cada una de ellas.
La moraleja de esta historia es que en tiempos de adversidad, la virtud de la cooperación y el trabajo en equipo son fundamentales. Cuando nos unimos y trabajamos juntos, somos capaces de superar incluso los desafíos más difíciles.
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